Hola a tod@s!!!!
Espero que estén todos de maravilla!
Acá vengo a informarles que la próxima novela será *LAZOS* la última, el final, de los Leones.
Y quiero hacer una aclaración y de paso pedir MIL DISCULPAS!!! Estoy muy avergonzada y apenada por la cag*da que me mandé...
Resulta que me han estado preguntando sobre LAZOS en la última entrada "Muy Pronto" y yo he prometido que el PDF saldría el fin de semana (anterior) cuando no es así...
Yo estaba hablando de Ángel o Demonio, y por despistada hice todo al revés...
Fue un mal entendido mío, que por entrar desde el celular, no me fijé bien en qué entrada me encontraba... (No va a volver a pasar, lo aseguro)
Así que aclaro que NO HE COMENZADO LAZOS. Recién ahora me estoy organizando para ver cuándo me hago tiempo para empezarlo...
De verdad, pido MIL MIL MIL DISCULPAS por mis despistes (este no es el primero). Vivo tanto en las nubes que me suelen pasar cosas como estas. Me siento muy mal porque hay gente que se ha ilusionado en vano creyendo que Lazos vendría pronto...
Ojalá sepan personar este ENORME desliz...
Como compensación, voy a dejarles como adelanto un pequeño fragmento que ya tenía escrito desde hace algún tiempo... Tal vez no compense el golpe de enojo y desilusión del momento pero espero que lo calme un poco...
"Había sido lo suficiente buena para ocultarlo por meses. Porque me avergonzaba y tenía miedo. Porque sabía que me había equivocado y todavía no quería hacerle frente a las consecuencias. Duras consecuencias.
Lo cierto es que… cometí un terrible error y no sólo yo iba a pagar la vajilla rota de la fiesta que salió mal. Había otras personas en juego, y era demasiado cobarde para mirarlas a la cara. Era igual de cobarde y egoísta, en la misma exacta medida.
Sólo había querido ser deseada y tocada de esa manera enloquecida que parecía sólo existir en las novelas que encontraba a escondidas en el rincón más alejado de la biblioteca de la ciudad. Quería que me miraran con hambre y no pudieran refrenarse hasta conseguir una buena dosis de mí. Lo necesitaba, al menos una vez en la vida. Una única vez. Si iba a casarme con alguien que no me quería de esa forma, al menos iría por mi cuota de adoración para guardar por siempre la experiencia.
Entonces llegó este hombre al recinto, unido a la manada de Leones montados en Harleys, y ya no pude quitarme la idea de la cabeza y el corazón. Demasiado lleno de sí mismo, oscuro y hermoso a un extremo doloroso como para ignorarlo. Una sola vez cruzamos miradas… y lo supe. Supe que lo quería a él. Porque recibí esa descarga eléctrica que había leído tantas veces ser descrita.
Aun con mi poca experiencia me las arreglé para que leyera mis señales con claridad. Y tuve mi deseo cumplido. Mi único deseo eterno. Y fue épico, divino e incomparable con nada.
¿Debería aclarar que me arrepiento? Porque no lo hago, a pesar de que todo se haya desmoronado y ahora estoy siendo castigada.
—Papá, por favor—ruego, terriblemente asustada—. Lo suplico, pa. Quiero volver con mamá, ella me dijo que me ayudaría…
Amaru es un hombre poderoso que destila respeto. Todo quien lo conoce acaba enganchado para siempre, manteniéndose leal a él. El mundo lo adora. Porque es justo, fuerte y humilde como ninguno. Y es duro con sus hijos, no espera menos de nosotros de lo que nos enseñó. Desea con desesperación que conservemos los valores que tanto se esforzó en inculcarnos. Y yo soy la primera en la familia que le falla. Yo, su única hija, y la pequeña de todos los hermanos.
Dios, odio la forma en que me mira.
—Es tarde para lágrimas, muchacha—exclama altivo, observando el recorrido a través de la ventanilla del coche que mi hermano conduce—. Lo hubiese pensado antes.
Trago, despejando mi garganta. Cuando me trata de usted se me hace duro de digerir. Si no supiera ya que las lágrimas son inútiles con él, les permitiría salir. Pero temo mostrarme aún más débil, porque él siempre ha querido hijos fuertes y decididos. Quiere sentirse orgulloso, y en mis diecinueve años no pude lograrlo ni una sola vez.
—Él no me quiere—murmuro, esforzándome para no sonar tan miserable.
—Oh, te quiere—interviene Newén, observándome por el retrovisor—. Te quiso lo suficiente para tenerte…
—En tiempo pasado, hermano. No te confundas—le advierto—. Sólo fui una revolcadita de nada… tuvo una probada. Bastante como para no volver nunca más.
A mi padre no le hace gracia el comentario.
Suspiro. Es de ayuda que sea mi hermano del medio quien ha elegido conducirnos en este viaje. Porque si fuera el mayor, Tay, correría un río de sangre nada más pisar nuestro destino.
Destino frío y desolador. Gris y sin esperanza.
El coche entra en un estacionamiento e impido que mi boca caiga abierta al descubrir el lujo que rodea a los Leones. Bueno, no lujo. Pero estos sí que viven como quieren. Con razón ni siquiera se acostumbran a nuestros duros y rocosos pagos, donde no hay electricidad en la noche. Por mi parte, daría lo que fuera por estar allí ahora mismo, enterrando mis pies descalzos en el polvo, jugando con mis primos más pequeños.
El coche se detiene. Matando mis esperanzas en otras opciones. No hay otro arreglo para esto, tengo que enfrentarme a mis errores. Mi padre no va a perdonarme jamás si evito esto.
Amaru se apea y no pierde el tiempo, enseguida descubre su pistola, ni me espera al avanzar hasta la puerta del bar estilo cabaña. El primero en aparecer, por supuesto, es el líder. Y tiene una sonrisa de bienvenida y sorpresa en su cara, que se borra completamente al verme justo detrás. Sabe que esta visita sin avisar trae inconvenientes a cuestas.
—Exijo ver a tu chico, León—le suelta mi padre, su expresión de piedra.
Mis labios comienzan a temblar y las lágrimas caen, porque ya no puedo aguantarlo. Es demasiado humillante, sólo quisiera esconderme de toda esta gente que está saliendo al exterior, como hormigas de un hormiguero destruido, a ver qué es lo que ha sucedido. Todo es un drama. Yo nunca quise uno. Sólo ansiaba tener una noche para mí, con quien yo deseara. Está bien, sé que mentí, sé que fui sucia… pero mis intenciones no eran hacer daño a nadie.
Mi hermano se me acerca y me aprieta el hombro como consuelo. Yo estoy demasiado enfocada en que mis piernas no se aflojen cuando una figura morena rodeada de risos oscuros enfila hacia nosotros, preocupado.
— ¿A mí me buscaban?—dice, y me ignora por completo.
Lo que duele más de lo que quisiera. Porque no quiero reconocer que me he quedado prendada de él después de aquella noche en la que le regalé mi virginidad. Para mí sí fue especial, no importa si él apenas me recuerda.
—Acá te traigo las buenas nuevas—lo enfrenta mi padre monótono de tanto resentimiento—. Lleva su hijo en el vientre, usted decide qué desea hacer con eso…
El rostro de Augusto de calienta, poniéndose rojo de ira.
—No puede ser, señor—escupe, tenso—. Es imposible. Usé protección.
Miro el suelo, sintiéndome tan humillada que podría sólo desmayarme. O morirme. Creo que lo último sería lo mejor.
—Bueno… esa protección debe de haber fallado—gruñe papá.
“Mama… mama… mi mama. Lo que daría porque estés acá. Querida, necesito tus brazos a mí alrededor. Como cuando era pequeña y le temía a la noche. Como cuando me dijiste que me fijara sólo en las estrellas y olvidara la oscuridad. No hay estrellas hoy, mama. Tengo mucho miedo”.
—Ayelén—prueba mi padre, frío.
Me acerco, todavía mirando mis pies. Él me levanta el mentón, obligándome a mirar a Augusto a los ojos. El odio que hay allí desintegra todo en mi interior.
—Sólo… he intimado con vos—susurro, papá sujeta más fuerte mi cara—. No he estado con nadie más…
Augusto toma nota de mi vientre de casi siete meses, ya lo bastante abultado para notarlo bajo la ropa.
—Debe ser de otro—insinúa.
Lo que causa más humillación, porque está llamándome “puta” delante de toda esta gente.
—Si ella dice que es tuyo, es tuyo—insiste Amaru—. Y acá se quedará, bajo tu supervisión.
Me da un pequeño empujón hacia él, como ofreciéndome en sacrificio. Vuelvo la vista al suelo.
—Está bien—responde el aludido—. Veremos cuando estén listas las pruebas de ADN—sonríe, despectivo.
Me toma del brazo y me envía adentro, sin siquiera una segunda mirada. No sin antes susurrarme unas palabras de bienvenida al oído.
—Al final, tuviste que volver a joderme la vida Ayelén Mamana—agrio, con intenciones de herir.
Y lo logra. Camino al interior de ese bar entumecida de pies a cabeza, como yendo en dirección a mi sentencia de muerte.
No sólo he arruinado su vida, sino la mía y la de nuestro hijo.
No hay esperanzas de un feliz nacimiento para él."
ESPERO SEPAN PERDONARME!
PROMETO TRAERLES UNA HISTORIA INOLVIDABLE!
¡LOS QUIERO!