"Ciro Clemente está en mi oficina a la mañana siguiente esperándome, despejado, con una taza de café en sus manos y los talones de sus zapatos lustrados en el borde del escritorio. Como es costumbre también me trajo una taza del café de nuestro lugar favorito. El mejor amigo del mundo.
Va a hablar, levanto el índice, me acomodo y le doy un sorbo a la taza. No puedo entablar ninguna conversación sin un poco de este menjunje. El café caliente aliviana el dolor que late en mis sienes. Salir a bailar fue una buena idea, apretar a Alina en el pasillo fue la mala. Tuve que emborracharme después, no podía sacarla de mi maldita cabeza. Dios sabe cuánto la deseé anoche. O en cuanto la vi. No tengo remedio.
—Te lo dije. No fue ella…—es lo único que digo.
— ¿Seguro?—entorna los ojos.
Me froto la frente. Desde el principio dije que estaba completamente seguro que Alina no tenía nada que ver con el robo. Mi intuición siempre impecable, ¿por qué no me fiaría de ella en esta ocasión?
—Puedo comprobar sus…
—Ni siquiera lo digas—advierto, tragando con fuerza.
Me molesta que hayan puesto siquiera esa idea de mierda en mi cabeza. Esa noche podría haber sido un invitado, un conocido, el menos pensado. O quizás la seguridad misma. Resulta que cambio el servicio por una vez y sucede esto, no debe ser casualidad. Pero ¿Alina? No, ella no. Odio haberme sentido en la posición de probarla anoche. Ni siquiera reaccionó. Sí, ella estaba nerviosa al principio pero todo tiene que ver con su timidez y lo que le provoca mi estúpida imagen de tipo rico.
—Quiero conocerla. Saber cosas por ella misma, de su propia boca. Estoy cansado de investigar a la gente que aparece en mi vida, intentar un acercamiento ya sabiendo de ante mano hasta qué día le salió el primer puto diente, Ciro. Nada es real de ese modo.
—Pero sabes en la posición en la que estás. ¿Cuántas chicas han querido sacar provecho de vos? ¿Cuántos han intentado a muerte ser tus amigos más íntimos? Tu vida no es simple, muchos tienen segundas intenciones ocultas, siempre hay que estar un paso por delante—intenta convencerme, siempre la voz de la sensatez.
Esta vez no quiero ser sensato, quiero ser libre de querer la compañía de alguien y no tener que especular en si, por dentro, podría estar queriendo joderme la existencia. Quiero a Alina, y la voy a tener. A mi manera.
Punto."