"La gemela simpática me sonríe con bienvenida. La gemela estirada sólo se queda allí inmóvil, helada. Evidentemente no me esperaba tan pronto, estoy seguro de que mi tío le avisó que vendría. Él consulta todo con su princesa de hielo.
— ¿Les apetece un compañero?—pregunto, petulante.
Si Elena se molesta con mi presencia, bien podría obligarla a aguantarse una buena dosis.
— ¡Hola!—Valeria levanta una mano—. Sos bienvenido—me hace señas para que me acerque.
Lo hago, me acerco, las observo fijamente, teniéndolas juntas de cerca por primera vez. Es sorprendente la similitud, se podrían confundir si no fueran tan distintas en cuanto a sus personalidades y posturas. Veo la sonrisa hermosa y grande que Valeria tiene clavada en el rostro y de inmediato sé que nos vamos a llevar más que bien. Me acerco más e inclino para saludarla con un beso en la mejilla. Algo que no hago con su hermana porque me está asesinando de miles de maneras en su mente y no creo que sea bienvenido ese movimiento con ella.
Entiendo que acabo de interrumpir un momento súper chic femme entre hermanas. No me siento culpable ni un poquito.
— ¿Está agradable?—pregunto refiriéndome al agua, me deshago de mi camiseta.
—Perfecta—jura Valeria.
Se van las zapatillas, mis ojos clavados en ambas a la vez. Noto dos clases de semblantes diferentes en el mismísimo instante en que deslizo mis pantalones cortos de deporte. Confieso que no lo hago realmente adrede, ni siquiera estoy pensando en absoluto. Valeria se transforma en una mancha colorada, como la manzana más madura del árbol calentándose al sol. Elena pestañea varias veces, repiqueteando en mi pecho, abdominales, en la cintura de mis calzas, en el bulto más abajo. Y una vez allí se queda quieta, pálida, los ojos de chocolate emiten un brillo completamente nuevo e inesperado viniendo de la frívola serpiente que conozco. Fiebre. Imprevisto también que se relama los labios en medio del trance, luego reacciona y desvía la vista hacia otro lado fingiendo no haber visto nada apetitoso en esta dirección.
Lo siento, soy horrible por burlarme así y disfrutar cada segundo. O no, no lo siento, porque se merece toda la puta incomodidad del mundo viniendo sobre ella.
—O… caliente, demasiado caliente—se atraganta Valeria, después finge una tos cuando Elena le clava un codazo en el costado, ya no sé si habla realmente del agua de la piscina aunque es lo de menos.
Doy un paso al vacío y caigo dentro del mar cálido y cristalino, mis músculos ablandándose orgásmicamente. "